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domingo, 23 de enero de 2011

He soñado con una ciudad humana.


He tenido un sueño.
He soñado con una ciudad moderna y humana, una ciudad que apuesta tenazmente por la capacidad de sus habitantes para construir espacios a su medida, amables y prontos a la sociabilidad. Un lugar en el que las plazas puedan ser espacios de juego, de encuentro, cruces de caminos; en el que las calles, liberadas de la tiranía del transporte privado, recuperen la brisa fresca de las mañanas y el murmullo de las voces de la gente que se desplaza a su ritmo, con más calma, disfrutando de los trayectos de la vida, porque el viaje es en definitiva parte del destino.

He soñado con la valentía de unos ciudadanos y de sus representantes sociales y políticos que apuestan fuerte por el transporte colectivo, ampliando líneas de autobús, aumentando sus frecuencias, facilitando el acceso a discapacitados, familias con carritos infantiles, bicicletas, etc.

He soñado con una propuesta ciudadana que refuerce, facilite, amplíe y sensibilice el uso de medios de transporte a la medida del hombre, no se traguen el espacio común demandando aparcamientos constantemente, que no llenen la ciudad de humos que provocan enfermedades –tanto o más que el denostado tabaco-, que no somentan a riesgos constantes a los viandantes que atraviesan aceras –en Burgos son mucho más graves los atropellos que las peleas en las zonas de ocio-, que no provoquen incomunicación a causa de atascos irresolubles por la afluencia de vehículos que razonablemente no caben por las vías de una ciudad pensada para el tamaño de los hombres y mujeres que la habitan.

He soñado con ordenanzas municipales que promuevan asimismo el transporte colectivo, el uso de la bicicleta, que despenalicen, motiven y fomenten su desarrollo, regulando la velocidad máxima en toda la ciudad a 30 kilómetros por hora a los vehículos de motor; suprimiendo carriles a los coches en algunas avenidas; exonerando de impuestos a aquellos ciudadanos que se desplacen habitualmente en bicicleta o autobús –como se realiza parcialmente en algunas ciudades entre ellas Vitoria-; aplicando un impuesto de ocupación de la vía pública a los automóviles; creando aparcamientos gratuitos disuasorios a la entrada de la ciudad; estableciendo una tasa de entrada a la ciudad para los vehículos a motor;

Sin embargo, también tuve una pesadilla, en la que en una ciudad cazurra y anquilosada en los métodos de la combustión, que espero no sea la mía, a la que deseo siempre el mejor futuro, en esta ciudad la autodenominada Concejalía de la Movilidad se empeñaba en aplicar una ordenanza restrictiva, perseguidora que buscaba sancionar, limitar el uso de la bicicleta y en la que tampoco se invertía en transporte colectivo. En ese lugar reinaban los malos humos y apostaban por los medios de transporte más costosos y contaminantes, penalizando a aquellos ciudadanos que cuidaban mejor el aire y el espacio de todos. Esta ordenanza, en mi pesadilla estaba en periodo de exposición pública, el esmog me impedía ver con claridad pero confío en que finalmente reinará la cordura y modificaran la ordenanza para que sea constructiva.

Seguiré soñando con una ciudad para todos, con más espacio público y de mayor calidad, pero también trabajaré para que esto sea así.

                                                                                                             Juan Pérez

4 comentarios:

  1. y esa foto ?? que chuli

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  2. Es un Bansky, solo que hay gente que no cita las cosas.

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  3. La foto es tan anónima como tu comentario o el mío. Nadie sabe quien se esconde tras el seudónimo. Por cierto espero que el ayuntamiento de Burgos rectifique.
    Bansky

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  4. Buena entrada.
    Os dejo un enlace sobre la ciudad real, la que vivimos:

    http://elmalditorober.blogspot.com/2010/11/cicatrices.html

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