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viernes, 29 de julio de 2011

Insolación

Quizás fue la mala costumbre de leer la prensa en la playa, el hipnótico ritmo de las olas, o las dos horas reglamentarias de digestión, el caso es que el frescor de este primaveral verano no impidió que  me alcanzara el sueño.  Debía estar leyendo las páginas de economía de no se qué periódico nacional, porque de repente el presidente de la patronal asaltó mi particular cine de verano despotricando y echando la culpa de la crisis a los fraudulentos funcionarios y parados.   Casi simultáneamente, cosas del subconsciente, se me vino a la mente el titular de que a los Botín los habían pillado con 200 millones de euros sin declarar en Suiza, cantidad que viene a ser el presupuesto del ayuntamiento de Burgos para todo este año.  Me figuré un posible encuentro entre el presidente de esos benefactores sociales llamados empresarios, creadores de riqueza y  auspiciadores del progreso, Rosell, y Don Emilio.  No es difícil imaginar la tremenda bronca que se montaría habida cuenta de la furiosa diatriba que lanzó San Rosell, paladín moral de la España en crisis, contra  los parados.   En su encuentro con el banquero, Rosell se transfiguraba consecutivamente en un Júpiter tropical,  en un Torquemada pirómano y  un Rosbespierre tocando una armónica de afilador.

Al hilo de la cuestión impositiva, sentí inmediatamente remordimentos por haber pensado exclusivamente en Botín.  El pobre se ha convertido en el símbolo del mal, cuando su problema es el de ser el campeón de un deporte nacional, en el que como en el fútbol también seríamos campeones de Europa: la evasión fiscal, aunque en esto los italianos también son muy competitivos.  Estos remordientos supongo que aparecieron porque  recordé que  los empresarios de Castilla y León declaran ganar 7400 euros menos dinero que sus empleados. Llámenme desconfiado pero de repente percibí un aroma a chamusquina que intranquilizó mis pituitarias.  Admito, sin embargo,  que por un instante pensé que fuera cierto, que los empresari@s ganaran la mitad que los trabajador@s.  Un conjunto de sensaciones me embargó entonces, desde el llanto emocionado ante tal ejercicio de filantropía, a la sonrisa bobalicona al imaginar a los llamados perroflautas de la Plaza Mayor pagando más impuestos que los empresarios que les criticaban por ocupar y ensuciar el espacio público.

Empeñado en el asunto de los impuestos también recordé las palabras del señor de la Foronda, nuevo concejal de hacienda, quien por cierto, es especialista en reflotar empresas en quiebra (a buen entendedor).   Sostiene de la Foronda que no piensa subir los impuestos de momento.  Sorprendido de mi buena memoria recordé hasta el entrecomillado.  Decía de la Foronda que se basaba en  “un axioma que existe en las facultades de economía: si subes impuestos creas más fraude fiscal y, por tanto, eso hay que evitarlo”.  -¡Claro! Pensé yo, reformulando el axioma, "si no hay impuestos, no hay fraude fiscal".  Sentí una mezcla de preocupación y alivio. La causa de la preocupación se la pueden imaginar ustedes.  El que de la Foronda no sea ministro de justicia fue lo que me alivió.  En cualquier caso, y desde la ignorancia propia de un lego en la materia, me ví aconsejándole que a lo mejor no era mala idea poner un impuesto sobre las  viviendas desocupadas.  Teniendo en cuenta las miles de casas vacías que hay en la ciudad, y a los miles de jóvenes y no tan jóvenes que no tienen dónde ni cómo emanciparse...  Sin hacer mención a cuestiones de orden ético, ni mentar la constitución, le comenté que  a lo mejor se reactivaba el mercado de alquiler, y de paso se reducía algo la galopante deuda de la ciudad.  Me recuerdo insistiéndole que en cualquier caso  me parecía mejor idea que privatizar el agua, los autobuses e instalaciones deportivas, que por otro lado serían adquiridos por algunos de esos Botines de regional preferente a los que les da por silbar a la hora de pechar.  Seguro que me equivocaba, total, yo no tengo esa colección de MBAs en business administration que tienen las direcciones de Leman Brothers, la CAM, o Caja Castilla la Mancha.


El sol de las seis ya debía estar achicharrándome los sesos cuando deduje que esto de la evasión de impuestos y  por qué los ricos prestan el dinero a las administraciones públicas que escaquean vía impuestos debían ser de esas preguntas físicas y metafísicas que no tienen fácil respuesta:  ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cuál es la fórmula de la Cocacola? o ¿Por qué tiene que seguir trabajando para el ayuntamiento Diego Fernández Malvido?... Definitivamente no estaba para responder a estas preguntas.  Súbitamente, a lo lejos, sonó una melodía dulzona de Georgi Dann, era "el chiringuito, el chiringuito, el chiringuito, el chiringuito".  Entonces, como un resorte me incorporé y lo ví todo claro.  Me había quemado.

4 comentarios:

  1. Amigo, no es el sol sino la cruda realidad que vivimos y no solo tú te estás quemando, nos quemamos todos ... ¿dónde y en qué acabará ésto?

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  2. una cruda realidad que da asco, cuanto hijo de puta se encuentra suelto, riendose de tod@s, con el único respaldo: el dinero, pero de dónde les viene el dinero mas que robar a otros, negocios oscuros, salarios de pobreza,ERE,...qué vergüenza...

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  3. sois intelectos anónimos, encajais la realidad perfectamente en una caja de cerillas, elecciones generales Ya !

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  4. Para el "cerillero": tú y los tuyos sois los que os interesa reducir y simplificar la realidad; pues no y aunque éso os incomode, hay cada vez más ciudadanía que nos salimos de vuestra caja y exigimos de una vez verdaderas soluciones para esta sociedad enferma y agonizante.

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