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domingo, 17 de noviembre de 2013

Javier Lacalle: el alcalde Nini

por Carolina Rueda Tenaz

Francisco Javier Lacalle es un alcalde  Nini:  Ni ideas, ni dinero.  No tiene  ideas para adecuar la política a la cruda realidad de la crisis en la ciudad, y no tiene dinero para seguir realizando la política que nos ha llevado a ser una de las ciudades más endeudadas de España.  Los cerca de 500 millones de euros de deuda hablan de una ciudad que corre el riesgo de seguir los pasos de Marbella o Detroit.  La cosa tiene tintes de tragedia griega, de las clásicas o de las contemporáneas elijan la que quieran, pero al final quien va a pagar los platos rotos no va a ser el principal muñidor de la política de la ciudad en el siglo XXI sino toda la ciudadanía.

Nadie ha defendido como él los intereses de las grandes empresas constructoras de la ciudad durante la burbuja inmobiliaria.   Durante el periodo dorado de la fiebre del ladrillo, 2003-2008,  mientras el dinero corría a raudales entre los Aragón Izquierdo, Arranz-Acinas,  Tubitos, y  Mendez-Pozos, miles de burgaleses eran encadenados  a hipotecas vitalicias, Lacalle, entonces concejal de “fomento” y alcalde de facto en las largas ausencias de Aparicio, se había propuesto transformar la ciudad a base de excavadora y hormigonera.  Entre sus debes se encuentra el haber sido uno de los principales promotores de  grandes fiascos como el aeropuerto de Burgos, que compite con el de Castellón, Huesca o Albacete, como paradigma de la locura y la irracionalidad en la construcción de infraestructuras innecesarias.  

Lacalle es también uno de los principales responsables del tsunami financiero que amenaza a la ciudad como consecuencia de la construcción de lo que se conoce como bulevar ferroviario.  Lacalle  fue a por lana y la ciudad ha salido trasquilada.  El alcalde quiso subirse a la ola de la especulación con esta obra y aceptó que el ayuntamiento pagara el desvío del tren a cambio de los terrenos liberados por RENFE.  Con el precio de los terrenos y las viviendas subiendo dos dígitos anuales la operación parecía suculenta.  Sin embargo, la pertinaz crisis hizo su aparición, y los terrenos prometidos ya no valían nada porque a nadie interesan.  El balance del primer bulevar de Lacalle nos ha supuesto más de 100 millones de euros de deuda.  Y el bulevar sin terminar.

Lacalle, en lugar de enmendarse, no quiso ser consciente de los nuevos tiempos y en plena  oleada de recortes siguió tirando de crédito para empezar obras no siempre deseadas por los vecinos, o al menos controvertidas, como la Isla, o la transformación de la Plaza del Rey San Fernando.  Estas obras costaron cerca de 8 millones de euros y se realizaron en 2011 siendo terminadas justo antes de las elecciones municipales.   Javier Lacalle se hacía de esta manera un regalito a sí mismo pagado con intereses por todos los burgaleses.   Sin embargo, a pesar de las obras realizadas, y del desplome generalizado del PSOE,  Lacalle perdió apoyos con respecto a las candidaturas de Aparicio. 

Cuando ya se ha esfumado la mitad de una legislatura caracterizada por los recortes en personal, la subida de tasas e impuestos municipales y por las dimisiones de concejales sospechosos de corrupción Lacalle pretende poner en marcha lo que considera sus dos grandes obras de legislatura, el  Burgos Arena, y el Bulevar de la Calle Vitoria.

 ¿A qué se debe esta tozudez?  ¿Es lo que más necesita la ciudad? ¿A qué viene insistir en una política suicida que tan malos resultados ha dado?  ¿Por qué hacer obras cuando incluso los vecinos muestran una nada velada hostilidad a las mismas?  Las explicaciones pueden ser varias y van desde la sicología patológica a la realpolitik municipal.

 En primer lugar, cabe decir que, ni al propio alcalde se le escapa que, en el mejor de los casos, es un político mediocre  y un malísimo candidato.  Entre sus huestes no levanta las simpatías de Aparicio y a pesar de que hay quien dice que un mono liderando la lista del PP en Burgos saldría de alcalde, es muy posible que a Lacalle se le esté empezando a aparecer con frecuencia el espectro de Ariznavarreta.  Lacalle es un alcalde acomplejado, necesita presentar algo palpable: obras, carcasas, continentes sin contenido,  no importa que sean tan espectaculares como absurdas e ineficaces.  La falta de carisma y de encanto de Lacalle le hace buscar estas obras, aunque ahora ya casi nadie se las pida.  Lo paradójico del caso es que una parte creciente de la ciudad empieza a mostrar un rechazo  a esas obras, porque las toman como megalómanas y contradictorias con  la letanía de austeridad a ultranza.  Sin embargo, la principal razón del creciente rechazo es que, al no poder acudir al crédito, los ciudadanos empiezan a establecer una relación directa entre las obras frivolas del alcalde y las numerosas subidas de tasas e impuestos de estos últimos años.


Es cierto que probablemente Lacalle no tenga desarrollado el pensamiento abstracto aplicado a lo público, y por eso no conciba otra política que la que se plasma en el espacio tridimensional.  Sería injusto, sin embargo no reconocerle alguna virtud.  El alcalde está siendo fiel hasta el final al lobby de las empresas constructoras, incluso ahora, que no son ni sombra de lo que fueron.  Empresarios que, lejos de crear riqueza, están dejando cicatrices en el rostro de la ciudad que quiere ser Patrimonio de la Humanidad.   Acaso para saber el porqué de una fidelidad a una política tan absurda y tan injusta haya que remontarse a esos viajes que el hoy alcalde hizo a la Costa Azul en 2006 acompañado de algunos de los constructores de la ciudad.  Lacalle o lacayo, lo dicho:  un alcalde  Nini.  Ni ideas, ni dinero…ni vergüenza.


7 comentarios:

  1. Las condiciones del desvío ferroviario son las que en su día aceptó Ángel Olivares con el voto unánime del PPSOE.

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    1. El convenio se firmó estando Valentín Niño de alcalde de Burgos

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  2. Oooolé. ¡Qué bien escribes, jodía!
    (y ya estamos en los comentarios como en el patio del cole: y tú más, y tú mas....)

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  3. este chulo de alcalde que no gobierna para el ciudadano, qué se ha pensado que es ser alcalde ? hacer malas obras con chapuzas....?

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  4. Hace años, cuando era Director General de Juventud de la Junta de Castilla y León, tenía que ir a un acto relacionado con el empleo juvenil en Castilla y León y le pidió a sus colaboradores que le "prepararan" (léase: amañaran) estadísticas que avalaran la afirmación de que en Castilla y León no había paro juvenil y que los jóvenes se iban de la Comunidad no porque aquí no tuvierean trabajo sino porque eran "muy móviles".

    Y ni se sonrojó cuando lo dijo ante toda la audiencia y ante los periodistas.

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    1. Pues si esas cosas las hacen en ciudades pequeñas como Burgos, no me quiero ni imaginar que harán los políticos que nos gobiernan.... que VERGÜENZA DE PAÍS.

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