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lunes, 29 de diciembre de 2014

TTIP y medio ambiente, dos conceptos incompatibles


Por Grupo de trabajo de lucha contra el TTIP. CGT Burgos

Seguimos profundizando en los efectos del TTIP (Tratado de Libre Comercio e Inversión entre EEUU y la UE). En este caso vamos a analizar sus efectos negativos sobre el medio ambiente, los cuales son inevitables, tal y como la propia Comisión Europea reconoce.
El aumento de la contaminación y la presión sobre unos recursos naturales limitados es ineludible por varios motivos.

En primer lugar, la Fundación Austriaca de Investigación para el Desarrollo ha estimado que tendrán lugar unas 430.000 deslocalizaciones, con lo que se refuerza la tendencia a alejar el punto de producción y el punto de consumo. Por tanto, se multiplicarán las idas y venidas de materias primas y productos manufacturados, aumentando las emisiones de CO2, que hacen cada vez el aire más irrespirable y el planeta más caliente.

En segundo lugar, la eliminación del principio de precaución existente en la UE (y no en EEUU) legalizará hasta 30.000 sustancias químicas prohibidas por su toxicidad. Dichas sustancias tóxicas comenzarán a estar presentes en pesticidas, productos de higiene y cosmética, envases... De ahí pasarán a infectar nuestro aire, nuestra tierra o nuestra agua.

En tercer lugar, la eliminación de aranceles (recordemos que el sector agrario es de los pocos sectores donde los aranceles son algo más altos) y la autorización de una serie de productos y prácticas propias de las grandes explotaciones estadounidenses (OMGs, hormonas, uso masivo de antibióticos...) harán muy difícil que las explotaciones europeas puedan competir con las explotaciones estadounidenses, 13 veces más grandes y más penetradas por el capital de las empresas multinacionales. En consecuencia, el TTIP supondrá la implantación definitiva de un modelo agrario basado en grandes explotaciones propiedad de grandes empresas. Este modelo se caracteriza por el monocultivo y el uso intensivo de pesticidas (algunos hasta ahora prohibidos por su toxicidad). Ambas técnicas que empobrecen nuestro suelos y ponen en peligro la biodiversidad, y especialmente si hablamos de semillas transgénicas y sus potentes pesticidas.

En cuarto lugar, el TTIP dará carta blanca al fracking y hará imposible cualquier moratoria, como por ejemplo la existente actualmente en Francia.

La dependencia energética de la UE respecto del exterior (por niveles de consumo insostenibles así como por un insuficiente desarrollo de fuentes de energía renovables) ha llevado a la UE a solicitar a EEUU que levante las restricciones de exportación de petróleo y gas natural. EEUU prohibió las exportaciones de crudo en 1975 e impuso un sinfín de restricciones a las exportaciones de gas natural por motivos tanto económicos como de seguridad nacional. No obstante, existe la posibilidad de que el presidente pueda emitir licencias de carácter extraordinario, con cuenta gotas. La respuesta de EEUU ha sido que primero la UE tiene que explotar plenamente sus recursos, aludiendo implícitamente al fracking.

Esta solicitud encubierta de potenciar el fracking así como la dinámica de armonizar a la baja las legislaciones a ambos lado del Atlántico hacen prever que con el TTIP el fracking tendrá carta blanca.

Una vez que el fracking esté permitido a los niveles de EEUU, será imposible que ningún país pueda establecer una moratoria que permita, cuando menos, aplazar esta práctica, salvo pago de indemnizaciones multimillonarias. La imposibilidad viene de nuevo de manos del Mecanismo de Resolucion de Conflinctos. Recordemos que esto no es otra cosa que un pseudotribunal “ad hoc”, ante el cual cualquier inversor extranjero podrá interponer una denuncia a un Estado si considera perjudicados sus intereses económicos por cualquier cambio de normativa.
De hecho, esto está pasando en Canadá, concretamente en Québec. Este estado decretó una moratoria frente al fracking. La respuesta no se hizo esperar y la compañía energética estadounidense Lone Pine Resources presentó una demanda dentro del marco del NAFTA (Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá, EEUU y México). Québec se enfrenta al pago de una multa de 250 millones de dólares.


En quinto lugar, el TTIP, al igual que el CETA, permitirá la importación de arenas vituminosas, que son crudos muy pesados y contaminantes. Según los estudios encargados por la propia Comisión Europea, las emisiones de gases de efecto invernadero de las arenas bituminosas son un 23% más altas que las de los petróleos convencionales.

El CETA es el Acuerdo de Libre Comercio entre la UE y Canadá. Las negociaciones, y por tanto el texto, ya están cerrados. Ahora faltaría su ratificación por el Parlamento Europeo y los distintos estados miembros, al menos que logremos pararlo junto con el TTIP. Este tratado internacional es visto como un globo sonda previo al TTIP e incluye, entre otros muchos puntos, la autorización para la importación de arenas bitumonisas. De hecho, Europa, preveindo su ratificación, ha relajado la Directiva de Calidad de Combustibles, con el fin de dar cabida al empleo de este tipo de combustible fósil.
La solicitud para que EEUU levante sus restricciones a la exportación de petróleo y gas natural así como la autorización para la importación de arenas vituminosas desde Canadá ponen al descubierto la apuesta por un modelo energético basado en combustibles fósiles, en lugar de apostar por energías renovables.

Estos cinco puntos, que no son los únicos que se podrían esgrimir, son una clara muestra de la incompatibilidad entre el TTIP y el medio ambiente, así como cinco razones de peso para parar este nefasto acuerdo de comercio internacional.



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