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lunes, 25 de mayo de 2015

Entrevista a Raquel (Lucas) Platero

Por Eduardo Nabal

Entrevistamos a Raquel (Lucas Platero) (Madrid, 1970)
AUTOR DEL LIBRO
“TRANS*EXUALIDADES. ACOMPAÑAMIENTO, FACTORES DE SALUD Y RECURSOS EDUCATIVOS” (Editorial Bellaterra, 2014), que ya está en muchas librerías. 
Desde el compromiso y la pedagogía social su ensayo aborda la intervención comunitaria sobre la infancia y juventud que rompe las normas de género y son transexuales, introduciendo el término trans con asterisco, trans*, como herramienta política. También muestra cómo combatir la transfobia, ofreciendo herramientas educativas y de intervención. Platero ha publicado otros libros como: “Intersecciones. Cuerpos y Sexualidades en la encrucijada” (Bellaterra, 2012); “Lesbianas. Discursos y representaciones” (Melusina, 2008) y “Herramientas para combatir el bullyng homofóbico” (Talasa, 2007).

-Hola Lucas. El tema de la despatologización trans está en el candelero pero estamos en un campo de intervención muy nuevo como para abordarlo a la ligera. Tu libro aborda la transfobia que, a mi entender, a pesar de sus indudables conexiones, es algo diferente a la homofobia o la lesbofobia, igual que un tipo de discriminación no es igual a otro, aunque las luchas puedan coincidir. ¿Cómo ves tú estas distinciones?

Raquel (Lucas) Platero: Distinguir diferentes tipos de discriminación tiene el valor de afinar nuestra mirada sobre cómo transformar nuestra realidad social, con un impacto específico sobre las posibilidades reales de vida y de vida digna de las personas, en este caso de las personas trans* y sus familias. La transfobia no es mas que un término que señala toda forma de violencia, rechazo, agresividad y actitudes negativas sobre quienes transgreden o no encajan en las expectativas sociales sobre las normas de género. No se trata de un fenómeno individual, sino que  también incluye formas institucionalizadas de discriminación, patologización y estigmatización. La transfobia sin duda incluye formas concretas de sexismo, de clasismo, de capacitismo, racismo y otras exclusiones que conforman una exclusión múltiple, que podemos señalar como interseccional.

-¿Qué aporta este libro que no tengan otros ya publicados sobre la transexualidad?
R.L.P : “Trans*exualidades” se propone como una herramienta para la transformación social, de manera que no sólo contiene cosas básicas como conceptos y un marco teórico, sino que aporta también cosas novedosas como una atención cuidadosa a la infancia y a las familias. Desde un marco teórico accesible y riguroso, se ofrece un análisis de los factores de salud que impactan en la calidad de vida de las personas trans* y que contribuye a combatir la transfobia social. Además, se muestra un mapeado realizado con entrevistas con menores y adultos trans*, así como de sus familias y profesionales en el ámbito. Finalmente, incluye herramientas prácticas como actividades didácticas, personajes históricos y recursos educativos. Creo que es muy libro completo, que puede ser útil para públicos muy distintos.

-Al abordar personajes históricos ¿no temes que la gente trans que no puede o no quiere pasar a la “historia” se sienta por debajo de las expectativas? Ocurre el mismo con el tema de la excepcionalidad en el caso de personas con diversidad funcional o perteneciente a la etnia gitana. ¿O esto ya lo sabes y la intención y el enfoque es otro?
R.L.P: El libro contiene una vocación muy práctica, y como ya he dicho, incluye actividades para realizar en grupo y también referencias a algunos casos concretos a lo largo de la historia. Estos ejemplos concretos tienen el valor señalar que la transgresión de las normas de género es una constante de la historia desde que la conocemos, que es inherente a la misma idea rígida de la división social entre hombres y mujeres, tan propia de nuestra sociedad. Incluir las actividades prácticas o los ejemplos en la historia no trata de señalar la importancia de “hacer historia” o de la excepcionalidad, sino que persigue provocar un debate sobre el papel de esta organización dicotómica y la necesidad de entender la diversidad de las personas en cualquier momento histórico y lugar geográfico. Por otra parte, presentar algunas historias propias del contexto del Estado español contribuye a generar un imaginario posible más cercano, sin tener que recurrir a ejemplos más lejanos, como pueden ser los anglosajones, que por otra parte, están más documentados y que sobre-representan los estudios LGTB.  

D.P: Conozco casos más o menos cercanos de trans FM o MF que me han llegado a confesar que se operan u hormonan para ser tomados en serio en su entorno más próximo. ¿Es tu libro “Transexualidades” también un arma contra la dictadura médico-quirúrgica?
Raquel L. P: Deseo que Trans*exualidades sea un arma para que las personas trans* de todas las edades, incluyendo los y las menores, puedan vivir mejor y más dignamente, sea cual sea su manera de vivir su transexualidad. La medicalización y la situación actual de derechos en el Estado español sitúa a las personas trans* en un lugar de infantilización, paternalismo y tutela constante por parte de legisladores, expertos y médicos que hace muy difícil tener en cuenta la voz de las propias personas trans* de todas las edades. Esta es una situación insostenible y creo importante que se den pasos para ahondar en la idea de que la transexualidad no es una enfermedad, mientras que la transfobia es y debe ser un delito.

-Tu libro “Intersecciones” hacía un análisis muy cercano a lo que está pasando aquí y ahora, con respecto a la sexualidad no normativa en el Estado Español. También los textos de Beatriz Preciado sobre las hormonas, el cuerpo  y el poder son muy interesantes, pero son –a mi entender-  más brillantes que prácticos. ¿Das voz a gente que no tiene por qué tener conocimientos exhaustivos o teorías rompedoras?
R.L.P: Este libro tiene 434 páginas, imposibles de escribir sin hablar, pensar y escuchar a muchísimas personas trans*, familias, profesionales e investigadores con posicionamientos bien distintos; he tratado de representar precisamente esa diversidad de opiniones y opciones vitales. No puedo sino admirar a las niñas de 6 años que he conocido, que se atreven a ir al cole con falda y horquillas de colores, en espacios muy hostiles donde les recuerdan que han nacido como niños y que tratan de eludir su responsabilidad frente a su derecho a recibir una educación que no les discrimine. Estas niñas y niños son expertas en el esfuerzo de hacer valer sus derechos, son la fuente de inspiración de este libro. Por otra parte, soy muy consciente de que ser una persona trans* no te hace necesariamente disidente de todos valores dominantes – como ya ha dicho muchas veces Mauro Cabral-. Mi trabajo no consiste en juzgar a las personas, sino en hacer propuestas sobre cómo combatir la transfobia.

-Los casos de discriminación salvaje salen a la luz, normalmente, pero el día a día y sus ofensas (por ejemplo una trans en un equipo de béisbol, en el ejército o en un grupo feminista “de los de antes”) no siempre son tenidos en cuenta. ¿Esto, afortunadamente, va cambiando?
R.L.P:  La discriminación sigue existiendo, a veces en forma de paternalismo que parece bien intencionado, otras veces en forma de diagnóstico médico o de tutela legal, las menos pero más dramáticas, en forma de actos violentos. Al mismo tiempo, cada vez más hay personas trans*, familias y profesionales que se están revelando frente a este futuro fatalista y plantean otras maneras de vivir. Gracias a este libro he conocido historias preciosas de padres que ayudan a sus hijas a presentarse como niñas en el parque frente a otros niños, dándoles la oportunidad de probar si es eso lo que necesitan para ser felices. Este tipo de historias de complicidad y cariño son revolucionarias, posibilitan imaginarse las vidas de las personas trans* más allá de la transfobia y centrarse en otras cosas, como el resto de las niñas y los niños.  Las personas trans* son mucho más que las normas que no cumplen.

-Hace poco dije en una intervención para presentar una película titulada “XXXXXXXXX”, que los dos libros más terribles de la Historia son la Biblia y el Manual de Desórdenes Mentales. ¿Es ir demasiado lejos, ya que mucha gente sigue necesitando atención psicológica o médica? ¿Se habla a veces, un poco a la ligera, queriendo romper el prejuicio o, al revés, sostenerlo?
R.L.P: Nuestra sociedad está gobernada por instituciones que producen documentos con los que nos disciplinan, en un intento de objetivar lo que es un acuerdo social de parte de  esa misma sociedad. La enfermedad mental o las normas religiosas son buenos ejemplos de esos acuerdos sociales sobre lo aceptado o no, que curiosamente, cambia y se transforma a lo largo del tiempo. Ya no le cortamos una mano a quien roba, no consideramos que la esquizofrenia sea un mal divino o se contagie. Como sociedad, nos hace falta una revisión crítica y honesta sobre qué impacto tienen estos regímenes de autoridad, sobre aquellos que sostienen que “la verdad” se refleja en estos textos. No son fuentes neutrales ni objetivas, tienen un impacto importante sobre la vida de las personas, especialmente de quienes más desamparadas están.

-Finalmente, solo quería que me dijeras además cuáles son las principales resistencias que se ha encontrado la despatologización, en los médicos e incluso dentro del propio movimiento?
R.L.P: Afirmar que la transexualidad es un trastorno, o algo moralmente negativo, es interesado, nunca es neutral. Sirve para afirmarse como fuente de autoridad, frente a unas personas que necesitan dar significado a sus vivencias, a menudo, mientras todavía están tratando de entenderse a sí mismas. La buena noticia es que lo que parecía una idea alocada propia sólo de algunos pequeños grupos de activistas, familias y profesionales se está convirtiendo en una noción estable y sensata, las personas trans* no están enfermas, no tienen un trastorno. Sólo requieren de los apoyos de su entorno para poder vivir acorde a cómo se sienten. Para algunos movimientos sociales, partidos políticos o investigadores los derechos trans* no han sido “tan importantes”, han sido relegados a un segundo plano demasiado a menudo, si bien ahora mismo están siendo más visibles que nunca. Es imposible escapar al hecho de que nuestra sociedad es plural y que las personas trans* tienen todo tipo de edades, clases sociales y profesiones.


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