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sábado, 30 de enero de 2016

Lawrence Schimel autor del libro "Una barba para dos"

Por Eduardo Nabal

ENTREVISTA AL ESCRITOR NEOYORKINO LAWRENCE SCHIMEL
CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE SU LIBRO DE RELATOS “UNA BARBA PARA DOS” (EDITORIAL DOS BIGOTES)


Nacido en Nueva York en 1971, Lawrence Schimel reside en Madrid desde 1999. 

Escribe tanto en inglés como en castellano y ha publicado más de cien títulos como autor y antólogo, en diversos géneros y para todas las edades, entre ellos el poemario “Desayuno en la cama”; tres anteriores libros de relatos: Dos chicos enamorados, Bien dotado y Mi novio es un duende; el cómic Vacaciones en Ibiza; y muchos libros infantiles, como ¡Vamos a ver a papá!, Amigos y vecinos y Volando cometas. 

Ha ganado el premio Lambda Literary en Estados Unidos por sus recopilaciones First Person Queer y PoMoSexuals: Challenging Assumptions About Gender And Sexuality, entre otros premios. Sus textos han sido traducidos a más de treinta idiomas, incluyendo islandés, maltés, estonio, esloveno, turco y coreano.  Ha colaborado con muchas revistas y periódicos.

“Sin las fantasías, el mundo y la sociedad se convertirán en un infierno para cualquier ser humano”.

-Hola Lawrence. Tus relatos son difíciles de clasificar porque las etiquetas son siempre terribles en el caso del erotismo, el humor erótico, la pornografía, lo sexual, lo sensual, lo lúdico. Tú tratas muchos temas aunque en casi todos está presente la sexualidad al descubierto

Lawrence Schimel: Eso fue la idea del libro, de explorar el sexo y el erotismo a través de la lupa del microcuento o miniffición. Todos los relatos son un máximo de 500 palabras, es decir, dos caras de un sólo folio.

El reto era de intentar plasmar el morbo en un espacio tan comprimido. Por eso, los relatos narran los momentos previos al sexo (que muchas veces son más morbosos que el sexo en sí), o justo después, y por supuesto, hay muchos que ocurren en media res o a mitad del trayecto

-El libro se abre con un relato brevísimo e irónico que muestra el tiempo de “austeridad” en el que vivimos. ¿Afecta la austeridad a la sexualidad o la creatividad?

Lawrence Schimel: No creo que la creatividad sea algo aparte de la sexualidad, o por lo menos, no debería  serlo. Pero en cuanto al arte y el sexo, yo creo que la austeridad (como cualquier obstáculo o impedimento) sí es siempre un estímulo, y suele resultar en arte o un polvo más sorprendente y satisfactorio que algo producido bajo condiciones menos adversas.  La monotonía y comodidad no son buenas musas--y son el anatema al morbo.

-Una pregunta un poco tópica. ¿Estos cuentos tan sabrosos vienen de la experiencia del autor o de su imaginación o hay un poco de todo?

L. Schimel: El dramaturgo Tony Kushner (Angels in America) dijo en un ensayo que uno puede tener sexo y no revelar nada de uno mismo, pero que era imposible escribir sobre el sexo sin revelar todo sobre uno mismo.

Creo que estoy presente en todo lo que escribo, que está inspirado en mis experiencias personales (que incluye todo lo que he aprendido o absorbido de la vida, la gente a mi alrededor, lo que he leído, visto etc.).

Muchas veces, el sexo no consumado es  la mejor fuente de inspiración para la narrativa (o cualquier arte), porque el morbo y la fantasía siguen vivos. Por eso, hay de todo: cosas que he robado de mi vida personal (y las vidas de amigos y conocidos) y también cosas que deberían de haber ocurrido–o de haber ocurrido de otra manera.

-¿Puede ser la fantasía un motor creativo o también tiene sus riesgos en la sociedad en la que vivimos?

Lawrence Schimel: Sin la fantasía, el mundo y la sociedad se convertirán en un infierno para cualquier ser humano. Por eso existe la utopía, como concepto, y la lucha para un futuro mejor–a nivel personal y a nivel social, global. La esperanza es no solo lo último que se pierde, sino un tipo de fantasía también. 

Sin esperanzas (de todos tipos, incluso lo sexual), no vivimos. La felicidad llega cuando podemos vivir nuestras fantasías plenamente, pero dicha felicidad no es un destino único sino paradas en el trayecto de nuestras vidas.   Siempre necesitamos más fantasías, aspiraciones, etc. para orientarnos.


-¿En tus historias se mezcla la paradoja, situaciones irónicas o incluso muy gráficas? ¿Piensas  que hay que trabajar mucho para decir algo interesante o, cuando menos, subyugante en pocas líneas?

Lawrence S: La brevedad es un reto. Es mucho más difícil comprimir una historia en tan pocas palabras, sin sacrificar todos los recursos narrativas. Y más aún para transmitir morbo, o una observación sobre los mores sexuales de hoy en día, para provocar una erección o una sonrisa (sea de vergüenza ajena o reconocimiento o humor).

 Éste es mi primer libro de narrativa para mayores escrito en castellano, aunque previamente había publicado el cómic Vacaciones en Ibiza y el poemario Desayuno en la cama. Creo que la minificción o los microrrelatos son a veces más cercano a la poesía que a la prosa, no por el lenguaje en sí sino en la comprensión y la destilación de experiencia. El autor no puede ambientar una escena lentamente, o mostrar la evolución de un personaje–son momentos en miniatura, y más parecido a la lírica en ese sentido, que con suerte siguen funcionando como narraciones aunque sean tan breves.

-¿Crees que en el universo de las lesbianas la sexualidad o el erotismo funcionan ya ahora con la misma naturalidad o descaro que muestran algunas, no todas, de tus historias?

L.S: Nuestros mundos homosociales tienen mucho en común, pero creo que el sexo y la sexualidad son distinto para cada ser.   Creo que hay hombres (que se autoidentifican como gays o heterosexuales) que no se identificarán en absoluto con ninguno de las historias del libro, y mujeres (de cualquier orientación) que sí encuentran morbo en éstas historias. 

Es cierto que el mundo de las lesbianas no ha desarrollado tantos espacios para encuentros sexuales (saunas, cuartos oscuros, etc.) como ha ocurrido en el ambiente para hombres gay, pero eso no implica para nada que la sexualidad lésbico no sea tan amplia y diversa en sus posibilidades, posiciones, fetiches, juguetes, etc.

Sospecho es que es probable que haya más en común en el impulso del deseo masculino, entre homosexuales y heterosexuales, aunque difieren en el objeto deseado, que entre gays y lesbianas. Y creo que eso se nota en el hecho de que la sexualidad es un espectro no binario y no tiene que ver siempre con los actos sexuales que practica uno o no.



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