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sábado, 23 de enero de 2016

La chica danesa


Por Eduardo Nabal

LA CHICA DANESA
Director: Tom Hooper
Guión: Lucinda Coxon (Novela: David Ebershoff)
Interpretes: Eddie Redmayne, Alicia Vikander, Amber Heard, Ben Whishaw, Matthias
Schoenaerts



La animadversión de buena parte de la crítica al uso hacia un filme tan conseguido como “La chica danesa” subraya que, aún hoy, nos está contando algo novedoso importante o reivindicativo. 
"También le han dado la espalda los cinéfilos jóvenes todavía algo perdidos en el lenguaje heteropatriarcal de sus amos".

Basada en la historia de Lili Elber y en la novela que escribió David Ebershoff (editada hace años por Anagrama y hoy descatalogada) sobre la historia verídica de la primera transexual conocida de la historia europea, “La chica danesa” es una valiente y exquisita producción dirigida por el realizador británico Tom Hooper (“El discurso del Rey”). 

Con una cuidada ambientación de época, Hooper nos introduce en un tormentoso matrimonio de pintores de clase media alta que se romperá en parte cuando el joven Einar descubra definitivamente que se siente mujer y empiece a vestirse como tal provocando tormentas dentro y fuera de sí mismo, cuando empiece a dejarse ver en público con su nuevo atuendo y en plena trans-formación. 

Siempre atenta a los detalles, elegante y pictórica destaca la versatilidad del siempre impresionante Eddie Redmayne (“Savage grace”), nominado al Oscar al mejor actor de este año, al que acompaña una esforzada y voluntariosa Alicia Wikander, como su voluntariosa esposa, y un punto de reivindicación mezclado con la sensibilidad y la atención a los pequeños giros, que sin excluir el humor y la ironía, hacen de este drama de costumbres y equívocos una pieza de cámara de primer orden. 

Estamos, pues, ante la mejor película hasta la fecha del director que, sin grandes discursos, nos trasmite la angustia, la tensión y también los momentos de placer, sensualidad y descubrimiento de unos personajes en un telón de fondo elegante y un mundo refinado pero no exento de trampas para los que luchan por vivir abiertamente la diferencia en una sociedad de moldes rígidos. 
Un microcosmos donde la bohemia no implica una verdadera apertura en las mentalidades de gentes que pueblan los salones de pintura y las galerías de arte. Ni tampoco en las instituciones médicas de la época todavía reticentes al cambio, condenado a la gente trans al manicomio o a las primeras operaciones poco o nada seguras.
A pesar de sus dos horas de duración disfrutamos de un film visualmente brillante, psicológicamente complejo, históricamente decisivo y narrativamente sólido.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Cine iraní : "Una chica vuelve de noche sola a casa"


Por Eduardo Nabal

El cine iraní abrió sus puertas a otro tipo de público con el filme musical-rock reivindicativo “Nadie sabe nada sobre los gatos persas”- sobre los músicos jóvenes y en la semiclandestinidad- y con  “Nader y Nisrin”, donde la denuncia tomaba forma para reforzarse de otra forma en el intenso filme “El pasado” del mismo realizador. 
Ha sorprendido en diversos festivales el filme de cámara Ana Lily Amirpour “Una chica vuelve de noche sola a casa”, que nada entre el cine de vampiros y el alegato feminista o contra el miedo inculcado a muchas jóvenes a no volver solas, “por lo que pueda pasar” presentado la violencia de género casi como un fenómeno inevitable, de forma tendenciosa y sin salidas hacia el empoderamiento. 

Un miedo que se agudiza con la crisis y el fenómeno parafascista y parapolicial en algunos países o ciudades de Europa, además del rancio machismo al que, aún parece, nos hemos acostumbrado. Personalmente creo que sin problematizar el concepto de género los avances pueden ser buenos y necesarios, igual que las campañas necesarias,  pero siempre serán incompletos. Y claro el concepto del género no es igual en un pueblo de Castilla, el un programa de estudios de La Sorbona, en una chabola griega, en una micro colonia iraní, o en una metrópoli Japonesa. 

A punto esta de llegar a nuestras carteleras “Taxi Teherán”; un elaborado y hábil  documental de  Jafar Panahi, el  más combativo de los jóvenes cineastas iraníes que se filtran por el lado en que su gobierno, a pesar de sus abundantes contradicciones, formas de extorsión y, también,  avances sociales, practica la brutalidad y la tiranía bajo formas mas o menos solapadas y aliadas con la religión o la versión integrista de un modelo religioso aliado con la política. 

Una joven debutante acaba de realizar una fábula en contrastado blanco y negro, una fabula de vampira con mensaje sobre iraníes en lugares desolados de EEUU, en el marco del cine independiente, un lugar y un filme no exento de zonas oscuras como esas sombras de conforman el espeso blanco y negro en que está rodada la película, para hablarnos de la condición femenina y las servidumbres no solo en el Irán actual sino en muchas partes del mundo donde perviven esquemas culturales arcaizantes. 

Aunque se aleja del cine de animación y belleza formal  de “Persépolis” a favor de un cine mas cruento y lleno de ironía “Una chica vuelve sola de noche a casa” no deja de caer en cierto esquematismo al dividir a los personajes en simpáticos y antipáticos (que no en buenos y malos) de una manera un tanto brusca, esquemática y apresurada, coqueteando con el realismo mágico, el cine de la crueldad y el alegato social difuso. 

Con todo, y a pesar del aire protector algo cargante que adquiere la pálida protagonista- sobre todo cuando vigila los andares de una prostituta sin suerte-la película mantiene un tono de estilización formal y motivos visuales y auditivos bastante intensos,  así como un paraje desolado llamado “Bad City” que bien podría ser un lugar del sur de los EEUU donde convive una pequeña colonia iraní a los que distinguimos por el color de la piel y la lengua de los personajes principales algo perdidos en una historia hecha de momentos previsibles rodados con cierta astucia usando con inteligencia el contraste entre blancos, negros y grises así como la profundidad de campo pero sin despegar lo suficiente como para enganchar todo el tiempo al espectador. 

Muchas pensamos que la violencia de género debe erradicarse no solo con el apoyo educativo sino también con el empoderamiento real de las mujeres, cis o transexuales, con la creación de redes de solidaridad que  fomenten el apoyo mutuo no la victimización institucional y la tutela. El filme se plantea como un desafío a una cultura que objetualiza a las mujeres pero su análisis, expuesto con elegancia, no acaba de convencernos. 

Así ni el melodrama familiar, ni el cuento de vampira, ni el alegato feminista y a favor de la seguridad de las mujeres, ni la búsqueda de la libertad acaban de cuajar a pesar de que la directora abarca muchos temas, da astutas pinceladas sociales y puede dar mucha información con pequeños detalles. Y es que ya no vuelven con miedo solo a cada las mujeres, aunque sigan siendo la mayoría, también la gente pobre, la gente con diversidad funcional, el colectivo LGTB, los estigmatizados por los llamados “cuerpos de seguridad del estado”, los amenzados por macarras y violentos cuerpos parapoliciales.  

Así el carácter maternal de la chica queda subrayado por su extraordinario parecido con la madre del protagonista, que reaparece en las fotos de la repisa como un fantasma de un pasado inconcluso, y su libertad para andar sola de noche reside en la amenaza potencial de sus colmillos que se materializa con toda su crudeza en el asesinato del camello chantajista que tortura a esa familia a la que empieza a acercarse formada por el atractivo y paciente joven al que da vida el atractivo Arash Marandi (emergente estrella masculina del cine árabe)  y su padre enfermo y destruido por su adicción a las drogas. Ideas como la separación, la dependencia, el chantaje, la soledad, el machismo todo en un decorado fantasmal y filmado en un blanco y negro que nos recuerda a las vampiras de “The Adiction” sustituyendo la soledad urbana por la desolación rural y los grandes desiertos. Aunque la directora maneja con soltura a su protagonista y su dificil interacción con otros personajes- donde los silencios son más importantes casi que las palabras- y se atreve a poner un final valiente y no moralista el filme acaba siendo más didáctico que hipnótico, más voluntarioso que estilizado y de un conjunto desigual podemos rescatar pequeños momentos de extraña fuerza poética como aquella en la que el protagonista masculino le pone los pendientes haciéndole los agujeros en las orejas a la vampira o la forma de jugar con el tdiempo y el efecto de las drogas en el joven durante la secuencia de la fiesta que acaba con el primer y decisivo encuentro entre este joven solitario y esta criatura de la noche. 

Dentro del cine realizado no el EEUU sino dentro de Irán destacan algunos documentales valientes como “Off-Side” sobre un grupo de jóvenes que luchan para poder acudir a los partidos de futbol que como los rockeros de los gatos persas se convierten en portavoces de una nueva juventud, que ha convertido su protesta ancestral contra el integrismo en una forma de poesía reivindicativa y de grito de libertad que atraviesa fronteras e ideas preconcebidas.

domingo, 6 de septiembre de 2015

JE VEUX VOIR: muros, bombas y desgarros

 Por Eduardo Nabal


El cine palestino es, hoy aún, una industria endeble a pesar de haberse creado una organización que lo protege integrada dentro de la OLP desde el año 1974, Una industria que, en realidad, no existe como tal pero que se forma ocasionalmente para rodar este u otro filme, desde la inmediatez aparentemente realista del documental de denuncia hasta los llamamientos a la paz a través de la ficción, la fábula y la alegoría. En ocasiones han sido directores como Eran Riklis (que acaba de estrenar "Mis hijos", sobre el racismo en una Jerusalén dividida) o coproducciones entre varios países los que han alcanzado mayor repercusión internacional consiguiendo convertir en estrellas internacionales a nombres como Hiam Abbas (Los limoneros), Luza Azabal (Paradise Now) o Yosef Sewid (The Bubble). Casi todo es frágil en la zona en términos de poderío económico aunque su esperanza y su lucha se base en creencias muy fuertes y en razones que no hacen sino aumentar con el paso de los años. El hecho de que la izquierda internacional desapruebe o repruebe abiertamente las acciones violentas sobre el pueblo palestino no ha cambiado el derecho de veto de Israel y EEUU en la ONU .Los cines del mundo árabe, incluso el mas sólido y de prolongada trayectoria , como el cine de Egipto o el renaciente cine turco, tiene muchas batallas perdidas, la batalla contra las guerras - también internas- y, aunque ocupación en Oriente Medio sea desaprobada desde varios frentes en favor de los derechos humanos. Un imperialismo que también se refleja a nivel audiovisual, limitando posibilidades de grabación, difusión, exhibición etc. En estas circunstancias han sido documentales, películas pequeñas o co-producciones, incluso películas de directores israelíes de izquierdas los que han abordado el tema del conflicto de Oriente-Medio desde el punto de vista de los territorios ocupados, aunque, en ocasiones, eludiendo los aspectos mas desoladores de matanzas y torturas, cárceles y extorsión. No obstante, el interés y la indignación que provoca el tema ha hecho que las primeras películas de realizadores palestinos (formados en otros países donde hay escuelas de cine) susciten un gran interés e incluso, en casos contados, logren satisfactorios resultados entre el público y la crítica internacionales.

Esto ha ocurrido con los filmes del palestino Hany Abu-Asad, las comedias alegóricas, mágicas o satíricas del nazareno Elia Suleiman ("Intervención Divina", "El tiempo que queda") y con varios documentales o co-producciones que denuncian los abusos del estado de Israel, como los documentales "5 cámaras rotas", "Chekpoint palestina" (o "La sal de este mar" el primer filme de la realizadora Anne-Marie Jacmir. A la libanesa Nadine Labaki hemos de situarla en un lugar donde el proceso de desarrollo, a pesar de las batallas continuadas y dispares- incluyendo guerras civiles- ha sido diferente. Labaki ha logrado éxito internacional como actriz y directora gracias a "Caramel" y, en menor medida, a la pacifista "¿Y ahora adónde vamos?" pero en su primer y mejor filme evita hablar de la guerra para mostrarnos una juventud distinta y una reflexión personal sobre la libertad , la feminidad y el peso vago pero persistente de las tradiciones sobre mujeres diferentes confluyen y trabajan en el espacio cálido de una peluquería en el corazón empobrecido de Beirut.

Del actor y director Elia Suleiman (definido como un Buster Keaton desencantado) al más exitoso Hany Ubu-Assad pasando por la propia Labaki o Anemarie Jaccir quién, no obstante, consiguió debutar en el cine con un equipo exclusivamente palestino y en su propia tierra,

El primer largo que saltó a las carteleras internacionales del realizador palestino Hany Abu-Assad fue "Paradise now", un trabajo controvertido que se anunciaba o promocionaba como una película que intenta entrar en la cabeza de un "terrorista musulmán" y que fue acogida con reservas por la comunidad judía estadounidense pero obtuvo un gran éxito internacional, con una nominación al Oscar incluida. El concepto o conceptos de terrorismo y musulmán siguen valiendo como una ecuación bajo la que se negocian conceptos como seguridad internacional y "lucha contra el terror" ocultando los verdaderos intereses económicos, geopolíticos y formas de control de instancias supranacionales.
Abu-Assah es un director relativamente joven que , como tantos otros/as, se formó como realizador en Europa, pero cuyo corazón fílmico sigue estando con las heridas interminables que sufre su pueblo, un pueblo al que tampoco presenta como un todo uniforme ni siempre solidario, siendo vulnerable al chantaje. Muchas películas sobre el conflicto Palestino-Israelí como "Paradise now", "Omar", "Ajami" (coproducción con Israel) o "Domicilio privado" del italiano Salverio Costanzo entran, sin negar su valor social o testimonial, dentro de las coordenadas del género del thriller o el cine suspense, porque las situaciones de violencia a las que se ven sometidos los habitantes por las fuerzas armadas israelíes o (en el caso de "Paradise now") los colocan en situaciones a la vez kafkianas y cercanas al cine de terror.

Los protagonistas de "Omar" son un joven y aguerrido panadero enamorado de una joven estudiante, un gran muro de piedra, real y simbólico, que los separa a ambos y también separa al arrojado Omar de sus aspiraciones personales, vitales y matrimoniales en un mundo mediatizado por la crueldad, el chantaje, la división, la tortura y la violencia.

Fanon ("Los condenados de la tierra") planteo la cuestión del amor al colonizador, de la servidumbre, el racismo y la deshumanización "del otro" y el chantaje de la violencia del opresor y del oprimido. Esto vale para "Omar", mejor filmada aún que la notable "Paradise Now", a la que dotó ya de un final desesperanzado en el que la venganza parece ser la única salida para recuperar la dignidad o la fidelidad a su pueblo, todavía sacudido por esquemas, levemente cambiantes, que pasan de un continuum entre la familia biológica, la familia política y la banda o el clan de su pueblo o zona, pasando a organizaciones que luchan o resisten en la sombra.

La realizadora Annemarie Jacir traza en "La sal de este mar" una historia acerada contra la ocupación, la tortura, la extorsión bancaria y el militarismo y los chekpoints, pero también, muestra una juventud abocada al fracaso existencial no solo por la violencia desencadenada por el llamado "Estado de Israel" sino por la estrechez de miras de los suyos/as cuando ponen en peligro a la población civil o los dividen en héroes o traidores. Como en "Incendies" de Dennis Villenueve la protagonista vuelve en busca de un pasado enterrado por los colonizadores y su transgresión (atracar un banco israelí que antes se apropio de todo lo suyo y sus antepasados) acabará recayendo tanto sobre ella como, especialmente, sobre su nuevo amor palestino.

En "Paradise Now" el discurso pacifista recae en dos mujeres: la madre del protagonista (Hiam Abass) y el personaje que de la joven encarna Luzna Azabal que ha perdido a su padre en un atentado suicida como el que se dispone a cometer el ("hubiera preferido que estuviera vivo a estar orgullosa de él"). En otro momento el realizador encuadra al protagonista (ya vestido de forma fúnebre para una boda "al otro lado") con la madre al fondo, las rejas en la ventana son significativas de la separación entre el mundo de los hombres y las mujeres en el terreno de la "acción política" al menos tal como lo presenta el filme.

"The invisible men" es un breve pero intenso documental sobre los palestinos gays amenazados por su familia o clan y que encuentran se encuentran en Israel en un estado de irregularidad, discriminación racial y ensueños efímeros, teniendo que ser objetivo su objetivo final conseguir asilo político en otros países donde pueden vivir y trabajar con dignidad, sin ser señalados como parte del enemigo .

El Líbano parece ser el escenario de la esperanza depositada en varios lugares del mundo en lo que se ha venido a llamar, un tanto a la ligera, "Primavera árabe", desarrollada sobre todo en un Beirut de costumbres abiertas o en otros países donde el pueblo ha cuestionado ya la hegemonía de sus gobiernos y las costumbres impuestas por la religión al servicio del poder establecido. Una primavera de diversidad e ilusión siempre amenazada por el invierno militarista de nuevas colonizaciones, formas de imperialismo, manipulación mediática o guerras interiores. En la más reciente "Je veux voir" la actriz francesa Catherine Denueve, acompañada de un joven actor árabe, e interpretándose a sí misma trata de capturar en su retina las ruinas de la última guerra civil en el Líbano pasando de una ciudad semidestruida a un espacio rural lleno de belleza pero no de seguridad.